La pollería, el negocio de moda en Madrid
Madrid es una ciudad cosmopolita, moderna y abierta en lo que a la sociedad se refiere, donde cualquier persona, sea de la raza que sea o tenga la orientación que tenga, puede encontrar su sitio. Una urbe inmensa con mucha cultura, con restaurantes de lujo y pequeños puestos callejeros donde probar exquisiteces culinarias, con salas de teatro alternativo que ofrecen arriesgadas obras impactantes, y también auditorios y teatros centenarios donde se llevan a cabo las representaciones más míticas y populares de este arte. Madrid es un lugar abierto a todo el mundo, y esto provoca que haya también negocios rompedores, que busquen ir más allá de lo habitual, incluso provocar, en cierta medida, para conseguir destacar entre tanta competencia.
El último grito en este sentido es La Pollería, un negocio que ha abierto recientemente en el famoso barrio de Chueca, y que ofrece un producto cuanto menos curioso. Se trata de un gofre con forma fálica y un tamaño considerable, que se ha convertido en su producto estrella y prácticamente en el único que venden en sus dos delegaciones, ambas en el centro de la ciudad. La Pollería ofrece literalmente lo que su nombre sugiere, y se ha convertido en uno de los negocios gay más importantes de Madrid en tan solo unos meses, por la provocación y el descaro, pero también por la originalidad, por el sabor de sus gofres y la simpatía de sus trabajadores. Lo cierto es que un negocio de este tipo lo tiene todo para triunfar o fracasar estrepitosamente. Y parece que la gente ya está preparada para comerse falos enormes y dulces por la calle.
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Cómo surge este negocio
La idea surge de la mente de Pedro Buerbaum, un joven de Tenerife que ya tiene experiencia en el negocio gastronómico, ya que posee una heladería. Una vez pasada la época veraniega, Bauerbaum entendió que debía diversificar su negocio, así que pensó que tal vez los gofres serían una buena opción para el otoño y el invierno, estaciones en las que evidentemente la venta de helados cae en picado. Se informó sobre las opciones, y en un catálogo de un proveedor chino descubrió que había cientos de moldes disponibles para los waffles que quería crear. Uno de ellos le llamó la atención especialmente, ya que entre flores, formas de animales y frutas, se encontró el molde en un gran pene. Aquello no le pasó desapercibido y empezó a darle vueltas a ese posible negocio que en su cabeza ya estaba germinando.
Cuando entendió que tal vez había opciones de probar ese molde, aunque fuera solo por la curiosidad, supo que solo podía hacerlo en un barrio en nuestro país: Chueca, el conocido rincón madrileño de la comunidad gay. Seguramente aquí no habría muchos que se escandalizarían por semejante propuesta, y además, el barrio tiene una muy buena ubicación, en el centro de la capital, pudiendo atraer a mucho público. El joven buscó un local y en un par de semanas lo arregló de la mejor manera que pudo para abrir cuanto antes. A los pocos días, las colas de clientes curiosos por probar los pollofres ya se hacían notar en la calle, y el negocio había saltado a las páginas de los diarios digitales, corriendo como la pólvora por todo Internet y recibiendo una publicidad que desde luego, le ha permitido llegar a mucho más público.
Productos que ofrecen
En realidad, la idea del joven tinerfeño siempre fue crear una gofrería especial y única, con moldes originales que pudieran llamar la atención y atraer a más público. Cuando encontró aquel molde fálico en el catálogo lo vio claro, y aunque la apuesta podía ser arriesgada, el chico sabía que iba a tener mucho a su favor, especialmente ubicando el local en Chueca. De ahí que actualmente solo ofrezcan el pollofre como único elemento en su carta, aunque es cierto que en los últimos tiempos están expandiendo un poco sus opciones, solo con algunas chucherías para acompañar al gofre fálico, que sin lugar a dudas es su producto estrella. Podría pensarse que un local tan especializado, ofreciendo solo un producto, no iba a tener mucho futuro. Y sin embargo, la cosa no les puede ir mejor.
Gofres en forma de pene, su producto más exitoso
Desde el mismo momento de la apertura, La Pollería consiguió captar la atención de todos, primero en Internet y luego en las calles de Chueca, por motivos más que evidentes. Su producto estrella, prácticamente el único que venden en la actualidad, es el pollofre, un gofre de masa de waffle con forma fálica bastante realista, que incluye también la base de los testículos y una terminación algo más ancha para el glande. La masa siempre es la misma, pero puede ir recubierta de diferentes toppings como chocolate negro, kínder, nutella o incluso chocolate blanco, que suele ser el favorito de muchos, por aquello del hiperrealismo, confiesa el propio dueño del negocio.
Al ser un local pequeño, basta con que haya dos personas haciendo gofres para que todo sea un éxito. En cuestión de minutos pueden ir sirviendo varias unidades, y no son pocas las veces que se crea una cola bastante interesante tanto dentro como fuera del local, para poder disfrutar de esta nueva perversión culinaria. La empresa ha tenido mucho eco en la prensa generalista y en Internet, donde sus redes sociales echan humo con las fotos de los pollofres, compartidas por miles de usuarios cada día. El propio Bauerbaum reconoce que no eligió esa forma por provocar ni por crear polémica, simplemente pensó que sería algo curioso, llamativo y divertido, que podría atraer a muchos más clientes. Y desde luego en Chueca no se equivocó.
Un éxito entre la comunidad gay
El barrio de Chueca es el rincón gay por antonomasia de la capital madrileña, un distrito en el que podemos encontrar muchos locales de ambiente, tiendas especializadas para el público gay y asociaciones de defensa de este colectivo. También son muchos los gays que viven precisamente aquí, en un entorno donde se siente seguros y respetados, en su propia comunidad. La apertura de la Pollería ha sido uno de los últimos hitos en el barrio, atrayendo a muchísimos gays aunque solo fuera por la curiosidad de disfrutar de uno de estos imponentes gofres en forma de pene. Eso sí, la repostería sexual no solo atrae a gays, sino también a chicas que quieren probar los famosos pollofres y no tienen ningún reparo en comerlos por la calle. El siguiente paso, lógicamente, está en los coñofres, según ya apuntado el dueño del negocio.